Sólo una minoría está capacitada para hacer descubrimientos
científicos. Sólo una pequeña parte de la gente sabe de leyes. Sólo un
porcentaje mínimo es capaz de inventar. Genios, en la historia, ha habido muy
pocos y, casi siempre, han revolucionado la materia sobre la que estudiaban a
base de llevar la contraria a la gran mayoría.
Los grandes descubrimientos
científicos, por ejemplo, hasta que han sido reconocidos, han contado en
general con la desaprobación de toda la comunidad científica; éstos que se supone
que saben de qué hablan. ¿Qué habría pasado si, cuando Einstein formuló la
Teoría de la Relatividad, se hubiera expuesto a referéndum? ¿Por qué, entonces,
se exponen a referéndum cuestiones tan importantes como elegir a los dirigentes
de una nación? ¿Por qué no buscar una forma de encontrar a los mejores, a los
más honrados, a los más inteligentes, a los más justos y, en general, a los más
capacitados para desempeñar tareas tan trascendentales?¿Por qué dejar esa
relevante decisión en manos de la mayoría de la gente, de la masa, la cual ya
sabemos que cuanto más ignorante, más fácilmente maleable es?
Tres países democráticos le han declarado la guerra a un
país pobre. La mayoría ha decidido matar hombres, mujeres y niños; esa mayoría
ignorante y egoísta que desconoce el Derecho Romano y la Teoría de la
Relatividad; esa misma mayoría que hace muchos años creía que la Tierra era
plana; esa mayoría con un cielo a medida, construido especialmente para ellos,
y un infierno para sus enemigos y para los que piensan de diferente modo.
Texto: Fragmento de "El viaje íntimo de la locura", Roberto Iniesta.
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